sábado, 12 de octubre de 2013

La paz y las drogas: Dilemas de un flagelo - Seuxis Hernández


 En el marco del desarrollo del foro regional sobre “El problema de las drogas ilícitas” es inevitable unirse a esta voz genuina de expresión popular, puesto que esta vez no hablaron los ministros, el gerente de Indupalma o el presidente  de la “prosperidad para todos”. La voz fue la de los campesinos e intelectuales comprometidos con las realidades de este país. Esto, no obstante ser una expresión más original  y coherente con la realidad nacional y su problemática, ratificó la vigencia de este momento histórico, en el cual la manifestación popular triunfa y la lucha por la preservación de la dignidad humana se erige.
Hasta antes de que los gobiernos que llevan la batuta del neoliberalismo se apropiaran de esta problemática, las drogas eran un tema de salud pública. La visión de propuestas y soluciones para combatir este embate de la sociedad se enfocaban en la resocialización y prevención. Solo hasta que los Estados Unidos de Norteamérica se proclamaron como  guías inamovibles de la lucha contra el narcotráfico y sus consecuencias, la criminalización, contrario a la perspectiva de ser un problema de salud pública, se posicionó como adjetivo intrínseco de esta problemática; pasó a considerarse una carga de orden público.
Contrario a lo que puedan pensar los promotores de esta doctrina que ante todo se olvida de lo humano, saca lo más represivo del poder  estatal, y de la propuesta neoliberal de expansión e intervencionismo; desde la doctrina Monroe, hasta la iniciativa pacificadora del nobel de paz 2009; Ronald Reegan, los Estados Unidos (EEUU) y toda su propuesta para contrarrestar el tráfico de estupefacientes ha fracasado: La cuota de criminalidad ha aumentado, y contrario a la expectativa, el negocio hoy día sigue siendo más tentativo para aquellos temerarios, que ni con las ofensivas policivas, ni con las rigurosas sanciones legales, que inclusive llegan hasta la pena de muerte, tal como sucede en el Estado de Texas, se atemorizan en su búsqueda personal de riqueza.
Ahora, atendiendo las palabras de Noam Chomsky, estudioso comprometido con la problemática Latinoamericana, y opositor de las prácticas imperialista: La lucha contra las drogas ilícitas no ha fracasado. <<Es cierto>> Así que no sintamos tanta pena por el fiasco de la buena voluntad norteamericana. Ofensivas como el plan Colombia, o toda estrategia orquestada por ellos en cualquiera de las naciones latinoamericanas, no es otra cosa distinta que un paso más en todo el andamiaje que enmarca el expansionismo imperialista y el intervencionismo; elementos que son eje de este neocolonialismo, del cual, lastimosamente el principal aliado de los del norte es el gobierno de nuestro país, cuya ubicación geográfica privilegiada se ha utilizado para expandir el hegemónico control del imperio. Con la aceptación vergonzosa de bases militares en el territorio nacional, con libertad del uso total del espacio aéreo, electromagnético y, desconocimiento del mando militar de nuestras fuerzas militares; con el único fin de contrarrestar el proceso socialista que avanza por Latinoamérica.  
Como es claro, lo único importante aquí es el negocio: El de la expansión y la hegemonía norteamericana; el de mantener las dificultades del orden público; el de la criminalización e ilegalidad, como elemental bastión de la rentabilidad y sostenibilidad del narcotráfico; el de los proyectos en contra del progreso de las naciones, en cabeza de las trasnacionales, que reciben el aval de nuestro gobierno. Mientras se asperje y criminaliza a la población campesina que se dedica al cultivo de la coca, se legitima mediante resoluciones como la 970 criminales propuestas que a riesgo de dejar en la miseria a la población rural de nuestro país (por excelencia agrícola) las  presentan como un gesto de atención y protección al campo; no dejando otra alternativa a nuestros campesinos para sobrevivir. Circunstancia  que trasciende a algo más serio e inhumano: Resoluciones como ésta, terminan teniendo como objeto, el exterminio de la población, y la vulneración de sus derechos fundamentales,  formando además, parte de la génesis, de la continuidad del negocio de las drogas ilícitas.    
Hoy el llamado es a sobrevivir, a resucitar como lo hace el movimiento agrario, con la verdad que nos rescata de la alienación y dependencia del yugo Norteamericano. A asumir, que el problema de las drogas ilícitas se contrarresta por otras vías; con herramientas más eficaces y coherentes; enfiladas en el rescate de lo humano. Reconociendo la importancia de la acción preventiva sobre  la correctiva, por medio de la educación de nuestros pueblos, y por supuesto volviendo la mirada al campo y las zonas rurales, que es donde finalmente se debe comenzar la construcción de la paz, como países que ancestralmente se han dedicado al agro y la producción campesina, herencia amerindia que nos quedó, para la defensa  de la tierra y nuestro arraigo hacia ella…, he aquí la clave para la paz; la salida  a tantos años de insurrección armada; el rescate de nuestra soberanía, de nuestra democracia, diluida en manos de los mercaderes de esta patria.

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